.comment-link {margin-left:.6em;}

viernes, enero 21, 2005

Back in the days (I)

A los 17 años empecé a trasnochar... bueno, casi puedo decir que de los 17 a los 18 no dormí y no estaría exagerando demasiado. Fue un año de los que recuerdo intensamente: en vez de estudiar y labrarme un futuro, me dedicaba a trabajar de dia en una imprenta y a pinchar discos por la noche en una radio pirata con mi amigo el Sanda (alias Toni el Sandalio). Ya estudiaría mas adelante, me lo pasaba demasiado bien haciendo el canelo de esta forma como para empezar a pensar en labrarme un futuro.

El caso es que empecé a no dormir, me levantaba sobre las 7 para ir a trabajar y normalmente me había acostado a las 4 de la mañana como poco. Las peloteras que tenía con mis padres eran de juzgado de guardia, claro. Los pobres en su cándida inocencia paternal pensaban que todo aquello sucedía porque me había juntado con malas gentes, que me inducían a trasnochar y yo me dejaba llevar porque era así de borrego. De modo que, al final, tras unas cuantas discusiones empezamos a negociar e hicimos un trato: mientras fuese a trabajar a mi hora, podía hacer lo que me diese la gana por las noches. Estaban convencidos de que no sería capaz de aguantar ese ritmo durante mucho tiempo y llegaría un momento en el que me dejaría de malas compañías y aceptaría un horario mas normal... Es lo que tenían mis padres, que no es que fueran de otra generación, es que eran de otro planeta.

Lo que mis padres no sabían, era que la mala compañía era yo. Era yo quien no dejaba dormir a nadie y quien liaba al Sanda para poner en casa de su abuela un par de Technics y una emisora de FM Sales kit. Era yo quien empezaba a desarrollar una hiperactividad mental que aun no se controlar.

Fue una época de lo mas divertido, por lo surrealista de la situación. Empezamos juntándonos en la casa de la abuela del Sanda al salir del instituto y , entre otras cosas, poníamos música y hacíamos cosas de adolescentes descerebrados. Lo de poner música empezó a gustarnos y metimos en una habitación que la buena mujer nos cedía (para que no andásemos delinquiendo por ahí) un equipo de DJ bastante apañao entre los platos de uno, el ampli de otro y los altavoces de otro. La pobre mujer no decía nunca nada, debe ser porque estaba un poco para allá y porque le hacíamos compañía aunque el cabrón de su nieto le hubiera puesto un pestillo a la habitación.

La cosa empezó a gustarme, y dejé el instituto para empezar a trabajar y comprarme un par de technics y discos, los maxis de importación eran muy caros y todavía no había redes peer2peer donde conseguirlos gratis, de modo que empecé a trabajar de dia en una imprenta para poder llevar siempre una maleta con vinilos. Mi familia flipaba conmigo, pero yo flipaba mas aun con todo lo que estaba descubriendo.

Una tarde que estábamos inspirados, se nos ocurrió la tontería. El sanda era mas mayor que yo y había hecho la FP en electrónica, yo tenía algunas nociones y los dos teníamos ganas de hacer cosas raras. Habíamos oido hablar de unas emisoras de radio FM que se vendían por componentes y te tenías que construir con paciencia y un soldador. Su principal utilidad era didáctica y aparte de esto no servían para mucho mas, como mucho para emitir desde la cocina al comedor... pero siempre podíamos intentar trucarla de alguna manera para llegar mas lejos. Nos emocionamos pensando en sus posibilidades, fuimos ese mismo dia a Onda Radio y compramos una entre los dos. Creo que costaba unos cinco talegos de los de 1989, recuerdo que nos quedamos en la ruina.

Tardamos un par de dias en montarla. Era una caja metálica horrible con un botón de encender/apagar, un minijack de entrada de audio y una salida de antena. Emitía en mono, a 1 watio de potencia y podía utilizar cualquier cosa metálica como antena emisora. Para ajustar la frecuencia de emisión había que abrirla y darle vueltas a un trimmer hasta dar con el dial en el que querías emitir. Además, se desajustaba solo y cada dos o tres dias había que volverla a abrir y volver a ajustarlo a mano, pero todo eso nos daba igual, nos sentíamos como si estuviéramos haciendo algo jodidamente grande. Éramos los científicos locos del barrio. La primera vez que pusimos un disco y lo escuchamos a través de la radio tuvimos la sensación de ser los putos amos del universo Hertziano.

Encontramos un punto libre en el dial, cerca de donde ahora cae Flaix FM, y decidimos instalarnos ahí como okupas de las ondas. Solo faltaba saber hasta donde podríamos llegar, de modo que -en nuestra santa ingenuidad- sacamos la antena por la ventana y salimos a la calle con una radio para medir nuestro alcance. No se puede decir que caminásemos mucho, lo cierto es que no llegábamos ni a la esquina.

Le dimos vueltas al tema durante semanas y despues de algunos falsos intentos bastante anecdóticos, tales como utilizar las tuberías del agua como antena -lo cual parece una tontería, pero ganamos media calle mas- o intentar emitir a través de la antena colectiva de TV -con lo cual al menos nos asegurábamos la audiencia, porque salíamos en todos los canales de todas las teles del bloque- llegamos a la conclusión de que se necesitaban dos cosas: potencia y antena. Buscamos información en las bibliotecas y aprendimos un poco del tema. Al final conseguimos construir una antena mejor, a base de copiar las dimensiones de una antena de verdad y reconstruirla con barras de aluminio. Ganamos 5 calles solo con eso.

Finalmente, compramos otro aparato Sales Kit: un amplificador de potencia para emisoras de radioaficionado y walkie-talkies que -debidamente modificado- transformaba la salida de 1 watio en 30. Aquello lo mirabas y era un gadget digno de aparecer en un episodio de El Equipo A. De una minicadena Hi-Fi salía un cable que iba a parar a una caja negra que se suponía que era un emisor, de ahí a otra caja negra que era el ampli y del ampli salía un cable por la ventana que terminaba en una antena hecha a base de barras de aluminio, silicona y cinta aislante. El aspecto era demencial, pero esta vez necesitamos avisar a alguien con coche para ver hasta donde alcanzaba nuestra señal. No dábamos crédito a la animalada que estábamos haciendo. Desde un tejado cerca de la Sagrada Familia, llegábamos hasta el Guinardó hacia arriba, hasta Aribau hacia la izquierda, casi hasta la playa para abajo y mas allá de La Sagrera hacia la derecha. No se cuanto será en kilómetros, pero es mas o menos la tercera parte de una ciudad casi-grande como Barcelona. Me gustaría poder describir la euforia que alcanzamos en ese momento, pero es sencillamente indescriptible.

No teníamos ni idea de como se hacían las cosas en la radio, pero tampoco nos importaba demasiado, de modo que empezamos a emitir regularmente. En horario laboral dejábamos un walkman con una cinta dando vueltas constantemente y por la tarde desconectábamos el jack del walkman -cortando la emisión a saco- y lo conectábamos a la salida del mezclador. No teníamos unidades de efectos ni nada por el estilo, solo un una minicadena, un par de platos y un par de micros conectados directamente al mezclador. aquello era caspa-sound y, sin embargo, era increíblemente divertido e innovador. Poníamos la música que nos daba la gana, hablábamos de cualquier parida, hacíamos voces y nos inventábamos patrocinadores. Al principio, ni siquiera sabíamos si nos escuchaba alguien.

La música empezaba a ser uno de mis puntos fuertes, empezaba a gustarme de verdad y empezaba a entender un poco del tema: Acid, House, Deep House, Detroit, Electro... En una época en la que Tenesse era el grupo de quinceañeras por excelencia y Locomía representaba a la escena electrónica nacional, yo buscaba maxis de importación de Todd Terry y Kevin Saunderson. Daba asco verme, la verdad, todavía no me afeitaba y ya estaba intentando explicar las diferencias entre el House británico y el americano. Dicho así suena muy pedante, lo se, de modo que te voy a recordar que todo esto se hacía en la casa de una anciana sorda mientras su nieto se tiraba pedos por el pasillo.

Nuestro sonido era tan cutre como lo pueda ser el de dos teens que no tienen ni idea de lo que están haciendo pero se ponen a hablar por el micro y a pinchar discos en una habitación. Y encima emitíamos en mono y con un sonidillo característico a hojalata que debía venir dado por la cutrez de nuestros medios. Sin embargo, la música molaba bastante y no habían muchas emisoras de electrónica por aquel entonces, y sin darnos cuenta empezamos a tener algo de audiencia. Creo que al principio era solo la gente del barrio que nos conocía y le hacía gracia, lo cual hizo que nuestra popularidad subiese como la espuma, pero en algún momento la cosa se descontroló y realmente tuvimos gente que nos llevaba en el coche o nos escuchaba antes de irse a dormir. Nos dimos cuenta una noche que al Sanda se le fue la pelota un poco mas de la cuenta y desmontamos un teléfono para conectarlo al mezclador. Cuando subimos el único canal que quedaba libre y oimos el tono de la línea por los altavoces, se emocionó y no tardó ni medio segundo en dar el número por antena... y para nuestra sorpresa, el teléfono empezó a sonar.

A raiz de todo aquello, sucedieron bastantes cosas y vivimos una cantidad ingente de anécdotas de lo mas bizarro. Descubrimos que nos había escuchado gente de otras emisoras, nos invitaron a algún evento y conocimos a algunos famosos de caspa como el Fernandisco, montamos un par de fiestas en un par de discos y -finalmente- me ví pinchando en un after-hours cuando todavía me faltaban un par de semanas para cumplir los 18. Éramos "los de la radio" y no sabíamos ni como nos habíamos metido en ello... ni siquiera se puede decir que la radio nos apasionase, pero la gente se reia con las paridas del Sanda y bailaba al son de mi música. Ser popular a esa edad es una de las mejores cosas que pueden sucederte.

Al final la cosa se nos escapó de las manos y recibimos un aviso de la Guardia Urbana. La urbana siempre está ahí para joderte la fiesta, ya nos ha sucedido otras veces. No había denuncia y nadie iba a tomar medidas legales, pero nos dieron 15 dias para comprar una licencia de emisión -que ni de coña nos podíamos permitir- o cerrar el chiringuito. Aquello dolió, para que vamos a engañarnos, porque le habíamos cogido el gustillo y hasta estábamos aprendiendo a hacer cuñas y montajes, pero no quedaba otra opción que dejarlo. Desmontamos la emisora, el Sanda se fue a la mili y mis padres respiraron tranquilos pensando que me dedicaría a cosas de mas provecho...

Se equivocaron de lleno, claro. Parece mentira que la gente que te ha parido te conozca tan poco... yo tenía 18 años, una maleta de vinilos, un par de platos y había conocido a un montón de gente. Podía volver al instituto, seguir trabajando en la imprenta o irme a pinchar discos por las noches... ¿que habrías hecho tu?

Comments:
Sin duda haberme ido contigo XDDDDDDDDDD

Y pensar que yo a mis 18 vagaba como alma en pena por el mundo... ¡¡todo lo que me he perdido!! ;)
 
Volver al instituto y pinchar discos por la noche xd Y luego pagarme la licencia o montarme algo por mi cuenta, o trabajar en una radio conocida, o algo así..¿no pinta mal, no?
Por cierto yo tb he trabajado en radios !! Pero haciendo cuñas jaja. Bueno, y en la de mi pueblo algo más y todo, aunque no es lo mio :P.
 
Redios!! El Sanda y sus discos...
 
a mis once años poco podía haber hecho :P

pero te hubiera animado a seguir con tu sueño, y es más, jamás dejaré de hacerlo.

es tu destino. ni puedes ni debes escapar de él. lo tuyo es la música :) (bienaventurados nosotros que podemos disfrutarla)
 
Podría pasarme horas escuchandote contar cosas como estas (aqui ira un mrgreen)
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?