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lunes, mayo 23, 2005

Hermanas con flow

Cuando te aficionas al Hip Hop, te das cuenta enseguida de que no se puede decir que haya un excedente de artistas femeninas. El hip hop es un estilo basado fundamentalmente en poses, ostentación, aspavientos y alardeos sobre el tamaño de la polla. Es un mundo de sobreactuación y excesos de personalidad, de puyas contínuas, de frases ingeniosas (o no) rimadas con flow (o no) sobre una base que se arrastra a medio tiempo, terreno abonado para los machitos del barrio: los mas matones, los mas chingones, los que tengan los huevos mas cuadrados aunque sea de boquilla. Para mariconadas ya tenemos a esas nenas blanquitas que rascan guitarras y cantan como pueden, nosotros somos los herederos del Blaxplotation mas chungaleto y no vamos parar de repetirlo.

Entre toda esta multitud de actitudes chulescas siempre tiene que haber -por lo menos- un blanquito que se comporte como si fuera negro y lo exagere todo diez veces mas. Esta figura casi obligatoria dejó de sorprenderme hace mucho tiempo. Al fin y al cabo, ni siquiera es cuestión de color. A todos los tios nos gusta hacernos los chulitos, poner las manos hacia adelante, abrocharnos los pantalones un poco mas abajo y cambiar las formas por alardes... voy a hablar un buen rato tocándome el paquete, y si no te gusta siempre tendrás la opción de comerme la polla. No te asustes, que sabe a hombre de verdad, madafaka.

Por eso, desde siempre, he adorado a las ladies del hip hop. Se necesita tener mucho carácter y el coño muy forjado y bien puesto en su sitio para abrirse camino entre una multitud de tios que se pasan el dia tocándose la entrepierna. En un mundo en el que las señoritas han desarrollado el instinto de ir en grupo al lavabo para sortear mejor la amenaza de los buitrakos que acechan por el camino, mujeres como Queen Latifah -antes de ser reconvertida en actriz de telecomedias, como la mayoría de sus contemporáneos- y Roxanne Shante plantaron cara al machito de las cadenas en el cuello con sus mismas armas: chulería, desparpajo y lenguaje explícito. No te cortes un pelo, sista, y verás como a todos estos se les va la fuerza por la boca. Mucha rima y poca sustancia.

Fueron precisamente ellas, junto a las Salt'n'Pepa con Spinderella a los platos, quienes abrieron el estilo a las damas, reivindicando su condición, su sexualidad y su derecho a participar en la fiesta en igualdad de condiciones, abriéndose paso a base de ritmo y rimas mordaces. Participando en las puyas de igual a igual e incluso -en muchos casos- en aplastante superioridad. Si te parece bien, bien, y si no, te jodes porque las hermanas hemos venido para quedarnos. No te metas en lo que haga o deje de hacer ni en lo que diga o deje de decir, it's none of your bussiness, nigga.


Hacía tiempo que quería dedicarles un post, por breve que fuera, porque ellas lo valen, despues de tantos años bailando sus temas y coreando sus cheiladas. Push it real good, start me up, u-n-i-t-y, ladies first, born to breed, keep on- keep keepin on / cos' you came and you changed my world, sexy noises turn me on and on / talk to me and it can't go wrong... De Monie Love a Foxy Brown, pasando por la mítica MC Lyte. Keep da flow, ladies!

domingo, mayo 22, 2005

Dias de amor y THC

El jueves, nada mas salir del curro, me fuí con el Serdo a la fiesta de su facultad, Bellas Artes. Buena fiesta, gente tirada costreando y fumando canutos, cerveza a precios asequibles y grupos raros tocando en directo. Primero unos metaleros a los que no prestábamos mucha atención, porque el metal no es lo nuestro y porque teníamos toda nuestra atención puesta en los petas que estábamos liando y en relacionarnos un poco con el entorno.

Cuando ya estábamos un poco colocaos, salió al escenario un grupo de dos señoritas bastante macizas, un guitarrista albino vestido a lo Brand New Heavies y un friki con un chaleco lleno de espejitos y un bombín en la cabeza. Estilo petarda, muy petarda, cantando versiones de la bien pagá y de 99 luftbaloons sobre bases techno-chochis hechas con una Groovebox. No cantaban muy bien, la verdad, pero eran muy delirantes, muy bizarros, muy kitsch. Nos quedamos con el nombre del grupo, los Destellos, espero que graben un disco pronto porque me lo pienso comprar para amenizar mis fiestas cheilescas.

- Sooomos culo y mieelda / oreja y telniilla / lo blanco y lo neeegrooo / dee la nociiillaaaaa

Nos quedamos bastante sorprendidos con el nivel de la fiesta de Bellas Artes, porque detrás de estos entró un grupo de BossaNova realmente bueno, creo que se llamaban ComXeito. Los típicos músicos de escuela de jazz de Barcelona que se pasan la tira de horas al dia ensayando y cuando suben al escenario tocan sobradísimos. A esas alturas, mi abogado y yo íbamos tremendamente fumados a base de chawen apaleao y un cogollito que nos cayó del cielo y bailábamos la garota de Ipanema y Corcovado con tremenda sabrosura. La Bossa sigue siendo uno de mis estilos preferidos cuando estoy en ese estado de percepción alterada que produce el THC.

Para terminar, una vez se había acabado la fiesta y en la misma puerta de la facultad, una panda de punkis haciendo malabares con fuego, bastante buenos, bastante espectaculares. El punto final perfecto para una fiesta así. El año que viene volveré.

El viernes queríamos ir al Loft, pero como siempre, los planes se desvían a los 5 minutos de haberlos trazado y en las Ramblas no encontramos al tipo que reparte entradas, de hecho nos encontramos a una promotora del Maremagnum que repartía flyers sin estar muy convencida, la pobre, como diciendo "yo te doy el flyer pero que sepas que el sitio es una mierda y solo los reparto porque me pagan por ello". Al final, encontramos al que reparte entradas del Moog y para allí que nos fuimos. Cada dia nos gusta mas ese sitio, está lleno de amor y techno de calidad.

Al salir nos ponemos a liar un canuto en la esquina, y aparece un tipo que nos pide unas caladas. Le convidamos, como no, y se pone a explicarnos en un inglés con acento africano que es de Ghana, que ha venido a trabajar en no-se-que y una serie de datos que entre lo ciegos que vamos y lo exótico del acento no nos enteramos de las tres cuartas partes. Cuando lleva un rato hablando nos da una foto de una tia con un número de teléfono detrás.


- Nice white girl... is your girlfriend?


- Nooooo, maaan, she's a glader jander kander wijander a petecan de mor e nauer an de beis madafaka yu nooou



- abreee, abreeee

Nos quería regalar la foto, el muy colgao, pero la verdad es que la niña era un poco loro y no se la cogimos. No se, a lo mejor aun podían arreglar lo suyo, lo que fuera que fuese.

El sábado se nos prometía feliz, estábamos en la lista de La Paloma gracias a un amiguete mio y por el camino tuvimos la inspiración divina de entrar en un restaurante pijotero de Carme y rapiñar flyers, con tanta fortuna que nos encontramos un fajo de invitaciones para el Moog. Se avecinan dias de entrar gratis en los locales, como tiene que ser. Y así de contentos y colocaos nos dirigimos a la calle del Tigre, hacia la Paloma. Hacía mucho tiempo que no iba por allí, desde la última temporada de hacer el descerebrado los jueves por la noche y de eso hace casi un año. Pensabamos que los sábados era igual, a base de funky extraño y percusionistas tocando en directo, y no esperábamos encontrarnos lo que en realidad había: una legión de abueletes y divorciadas moviendo las lorzas al ritmo de Mambo nº 5 y Miami Sound Machine. Y según nos estaban diciendo, la música cambiaría despues, pero eso no sería hasta las tres y faltaba una hora, una hora mas de aquello, de modo que tomamos una decisión drástica: volvamos al Moog con nuestras flamantes entradas. Dicho y hecho, no me espero ni a terminar el cubata: me lo meto en el bolsillo de atrás del pantalón, lo tapo con el bolso y salimos por la puerta. Y mientras voy caminando hacie afuera, me doy cuenta de que al caminar los hielos van haciendo clin-clin-clin contra el cristal del vaso justo cuando pasamos por delante de los dos seguratas.



- ¿Llevas un vaso escondido?


- que va, que va...


- ¿Me dejas ver el bolso?


- si, claro... ¿porque no?


Pongo el bolso delante y lo abro, pensando que si a uno de los dos le da por mirarme el culo verían un vaso de tubo saliendo del bolsillo de atrás, pero la suerte parece estar de mi lado y solo se miran el bolso. Vuelvo a dejar el bolso tapando el vaso.



- Vale, disculpa, es que nos pareció oir un clin-clin-clin.


- si, si yo también lo estaba oyendo


- Ah, menos mal. No era una alucinación, tu también lo has oido.


Nos despedimos de buen rollito, con un cierto compadreo, y mientras camino hacia la esquina intento disimular el ruidito del vaso haciendo clin-clin-clin mientras camino. No damos crédito a lo que acaba de pasarnos, saco el vaso y brindamos por ello. Volvemos al Moog, volvemos a casa a bailar techno y repartir amor.

lunes, mayo 09, 2005

Back in the days: el ambiente

Supongo que no hace falta explicar que es el ambiente. Normalmente, entre la gente a la que conozco, incluso quienes no han estado nunca saben que "el ambiente" significa "el ambiente gay nocturno". Se recorta para abreviarlo, por obvio.

Tenía 18 recién cumplidos cuando entré por primera vez en un after de ambiente. Era el Distrito Distinto, en la meridiana. Uno de los dos locales, junto al mítico Satanassa, que dominaba el ambiente en Barcelona a principios de los 90. Había ido a locales mixtos, en los que los gays se movían con comodidad, pero nunca había estado en un sitio explícitamente orientado al público gay. Tampoco tenía ningún problema por ello, ni me daba miedo que se me pegase ni nada por el estilo, de modo que cuando un amiguete de los de fiesta dijo:

- ei tius, perqué no anem al Distrito? es de marietes pero está molt guapo.


Fui el único tío del grupito que dijo que si a la primera, sin rechistar ni comerse la cabeza. Lo cierto es que era un grupo de personas bastante dispar, de esos que se forman espontáneamente entre gente que va a un mismo local de fiesta tres veces seguidas y se socializan con el personal que trabaja allí. El que había hecho la propuesta era un cliente pijín, el resto éramos un recogevasos de la sala, otro cliente, la camarera y yo. El otro cliente -al que llamaremos P.- se hacía el remolón, pero al final accedió.

- ¿al ambiente? pero que no me toquen el culo, eh...


Siempre hay uno que tiene que hacer esto, insistir varias veces antes de entrar para remarcar su condición de hetero, por si alguien lo dudaba... o por si a alguien le importa lo mas mínimo, que no suele ser el caso. A mi por lo menos, me trae sin cuidado.

Al ver la reacción de este tipo tuve un flashback, recordé por un instante una escena que había vivido de pequeño, en Galicia, durante unas vacaciones de verano. Cuatro mozos del pueblo estaban esperando en un portal a que pasase el camión de la basura, y cuando el basurero se bajó a coger el contenedor empezaron a gritarle "maricón" a plena garganta. Era una estampa-retrato de la España profunda, como las historias de paletos de Mortadelo y Filemón. Yo me preguntaba que mal les habría hecho el basurero para que se dedicasen a esperarlo pacientemente e insultarle a gritos cuando llegaba, pero llegué a la conclusión de que, o bien esos cuatro chavales eran un poco cabestros y estaban por civilizar, o bien en aquel pueblo no sucedía nada mas interesante que el hecho de que el basurero fuera homosexual y tuviera los cojones lo bastante grandes como para declararlo en un lugar como aquel. Probablemente las dos opciones fueran correctas. Era el Smalltown Boy de Jimmy Somerville.

Vuelta a la realidad. Entramos en el local, era un after semiclandestino que parecía estar a medio construir todavía, con un lavabo de diseño, una pista de cemento y una entrada con el techo de uralita. Debían estar construyéndolo desde dentro hacia afuera y se habían dado prisa en inaugurarlo, tanta que estaba abierto antes de estar terminado. Dentro había lo que esperábamos encontrar: tios bailando, divirtiéndose y tonteando entre ellos... y buena música, por supuesto. Todo el mundo sabe que el público gay es mas exigente cuando sale de fiesta y no se conforman con cualquier cosa, y esto incluye a los DJs y a su programación.

A un lado de la pista, había una escalera que se dirigía hacia abajo, hacia el marco de una puerta . Estaba abierta, pero no se veia absolutamente nada. No hacía falta ser muy inteligente para saber lo que había detrás. Aquello era un montadero, el típico reservado oscuro para que las parejitas se pongan cómodas y se enrollen a gusto.

- Oye, ¿allí abajo que hay?


- Creo que están dando una conferencia sobre literatura soviética del siglo XIX... ¿bajamos a mirar?

- te estás quedando conmigo, ¿verdad?


- Un poco, pero es que la pregunta es demasiado chorra como para contestarla en serio... ¿que te esperas que haya en el sótano oscuro de un after de gays?

-Un montadero!


- Pues eso es lo que debe haber... ¿bajamos a mirar?

-¿pero tu de que palo vas?


- del de bajar a mirar que hay

-nononono, yo me quedo aqui


Se quedó arriba, en la barra, con su cubata y bajé yo solo. No tardé nada en volver, el sótano estaba demasiado oscuro y olía un poco bastante a sudor y jodienda. Allí no se me había perdido nada si no iba buscando rollo, excepto la curiosidad y ya estaba satisfecha. La camarera estaba discutiendo acalorádamente con el recogevasos en la puerta del lavabo y al pijín que nos había traido se lo debía haber tragado la tierra porque había desaparecido del mapa. Estaba P sólo, con el cubata en la mano y el culo -literalmente- pegado a la pared... ¿acaso tenía miedo de que se lo petasen allí mismo en un descuido?

- Esos están de palique y el Alf ha desaparecido... ¿vamos a bailar?

-nononono, yo me quedo aqui

- Pues yo me voy a mover el culo un rato

Dicho y hecho. Si ni las mujeres mas guapas son capaces de retenerme en la barra cuando está sonando una buena sesión de House, no va a hacerlo un friki que se siente fuera de lugar en un after-hours. Me puse a bailar enmedio de la pista sin importarme lo que hubiera a mi alrededor, como hago siempre, y comencé a evadirme, siguiendo el bombo con los pies y el bajo con las manos. Al cabo de bastante rato, eché una mirada a mis compañeros, que seguían discutiendo en otro lugar de la sala y a P, que seguía en el mismo lugar con el culo pegado al mismo punto de la pared. El cubata, eso si, debía ser otro porque estaba mas lleno. Me echó una mirada y le hice señas de que se animase y se viniese a bailar e hizo un gesto que no se que coños representaba, pero que venía a decir que no. Lo hizo de forma un poco vacileta, de modo que le tiré un besito así desde lejos y me dí la vuelta para seguir bailando. A chulito de discoteca no me iba a ganar un tipo que se queda inmóvil en la barra.

Un rato mas tarde, vinieron a sacarme de mi trance:

- El Albert y yo nos vamos, que mañana tenemos que estar antes para llenar las neveras. ¿vosotros que haceis?

- Yo me quedo


-Yo me voy con ellos

Entendía lo que estaba sucediendo. No discutían, sino que en realidad era muy probable que esa noche acabaran enrollándose. Yo sobraba en esa ecuación y P también, pero él no lo había comprendido aún.

- Quedate un rato y en un cubata mas nos vamos


-nononononono. Yo me voy con ellos

No insistí, ya se lo quitarían de encima por el camino. Me quedé bailando allí como una hora mas, a mi bola, siguiendo la música sin que a nadie le importase lo mas mínimo. Cuando estuve cansado, cogí el metro y me fuí a casa.

P no había comprendido que la parejita quería enrollarse esa noche, o quizá si pero se hacía el tonto para salir de allí cuanto antes. Y yo no había comprendido que esa noche se puso en circulación un rumor sobre mi, el primero de esa especie y el mismo que se ha ido repitiendo a lo largo de los años. P se había creido que la invitación de bajar al reservado era con fines deshonestos, el muy capullín. Lo supe meses mas tarde, cuando el rumor de que yo le había tirado los trastos en un after era un secreto a voces y llegó a mis oidos.

No me sentí violento por ello, ni siquiera me molesté en desmentirlo o en preguntarle a P si era cierto que había contado eso de mi. ¿Para que? -pensé- incluso es mas divertido si jamás llega a saber con certeza si me lo quería follar en el reservado.

lunes, mayo 02, 2005

Disco Chochi Queens

La música disco tiene dos o tres clichés bastante difíciles de evitar. Por un lado, hablar de música Disco sin mencionar las bolas de espejos, los pantalones de pata-elefante ni a Donna Summer es casi una odisea. Los 70 fueron la época dorada del género, la era de las grandes producciones que combinaban las primeras cajas de ritmos con secciones orquestales y tremendas divas con traje de lentejuelas.

Pero como estamos en pleno revival de los 80, se hace necesario ir un poco mas allá de todo aquello. Al fin y al cabo, la música Disco nació en los 70, pero se extiende hasta nuestros dias. Quizá vale la pena rebuscar en los 80 y encontrar nuevas joyas, nuevas bizarradas o nuevos iconos para el mariconeo del mañana. Descartamos las obviedades, los topicazos casposos de la costa brava y casi la totalidad de porquería prefabricada del spaghetti-disco... ¿que nos queda?

Bajo estas directrices me he puesto a buscar cosas extrañas, caras B, vinilos que tenía archivados, búsquedas en soulseek, vinilos de mercadillo, consultas en amazon y DiscoGS... y al final he encontrado unas cuantas cosas interesantes y muchas petardadas para vestirse a lo Avril Lavigne y ponerse a bailar hasta el culo de vodka. Los 80 eran años de petardeo, de cheilismo y de peinados horribles de la muerte, de modo que conviene situarse en ese marco y quitarse los prejuicios antes de escuchar nada.

De mi infancia recordaba vagamente a Nina Hagen, una especie de Olvido Gara alemana un poco bastante mas histriónica, pero escucharla de nuevo me ha decepcionado un poco. No está mal, pero el tiempo no la ha tratado bien. Está demasiado a medio camino entre todo. No es disco, ni rock, ni bailable, ni audible, ni carne, ni pescao. Dejando a Nina de lado, la típica música disco italiana no da mucho mas de si que para rellenar una sesión en una disco de divorciados y la he descartado practicamente toda, igual que los típicos temas de Modern Talking o C.C. Catch. Lo malo de estos temas es que te transportan, si, pero a una disco cutre llena de gente con mocasines, calcetines blancos y reloj digital... escuchas eso y te preguntas ¿donde estaba el glamour disco en los 80?

De la música patria salvaría un par de maxis, Fotonovela, de un tal Iván, así sin apellidos, es una frikada tan grande que hará sombra al mismísimo Pedro Marín. El chaval cantaba como podía -es decir, mal- pero la canción tiene todos los ingredientes: un bajo a octavas, unos trozos de violines, la típica base disco y una letra de lo mas pedorro, ideal para amenizar una fiesta de drags y gente colocada. No hace falta ni remezclarla, solo darle un poquito de graves para realzar los bombos y ya puedes mover tu cu-cu al compás.

La otra sería Danger de Gary Low, que a pesar del nombre era un tipo de Sants. Solo hay que acelerarla un poquito para que sea todavía peor. Si, si, he dicho peor. Estoy hablando de los 80, que no te coman la cabeza con el puto Mark Knopfler, en los 80, lo mejor es basura y es entre lo peor donde se encuentra lo bueno.

Para corroborar lo que estoy diciendo, permíteme sacar algunos de los vinilos que he ido heredando a lo largo de los años en discotecas en las que he trabajado. Son discos que estaban en el almacén, o debajo de una montaña de otros discos y que me iba trayendo a casa escondidos en mi maleta. Así descubrí a Bobby Orlando, el único productor capaz de elevar la palabra Trash a la categoría de arte y el único capaz de convertir a Divine, el obeso travesti de Pink Flamingos en una diva de la música disco. La encarnación masculina de las Weather Girls entonando melodias con voz de camionero sobre una base Hi-NRG.

Un breve repaso a los discos de Orlando te transporta al ambiente disco mas canalla, perverso y degenerado que seas capaz de visualizar. Olvídate del feeling de Sylvester cantando You make me feel mighty real y adéntrate en el mariconeo mas sudoroso. Es la banda sonora de una disco llena de tios con bigote y chaleco de cuero. El After-hours de la cantina de la legión. El ritmo se acelera mucho mas de lo habitual para la época y se refuerza con percusiones. Las líneas de bajo se vuelven repetitivas y machaconas. El ambiente se caldea y se llena de vicio.

La palma de todas estas producciones de la factoría Orlando se la lleva Roni Griffith, una pedazo de señora con pinta de pornstar de la época y hombreras de kilómetro que a ratos es completamente disco, a ratos es casi punk y en uno de los temas te sorprende con la melodía mas ratonera que puedas haber oido en años, casi como una tonadilla de aerobic para Jane Fonda, pero con un estribillo que dice "the best part of breakin' up / it's when you're makin' up / and after break it up / be sure you're makin' up with me". Demencial.

Ya en una línea mas chochi y petarda tenemos una de las canciones por las que yo apuesto como perfecta candidata a futuro icono kitsch. Me refiero a Touch me, de Samantha Fox, claro, la que fue reina de los calendarios acartonados y diva indiscutible de pajilleros preadolescentes. Le echas un vistazo a Samantha y te das cuenta de lo que ha cambiado el mundo en dos décadas, si hubiera nacido 20 años mas tarde habría sido una cheila de la periferia de Manchester a la que ningún productor habría fichado por ser una tia de metro y medio con las tetas grandes... ¿nos hemos vuelto -quizá- demasiado tiquismiquis? Vale, que si, que Beyoncé está mas buena y canta mejor, pero esta tia tenía el encanto de ser alguien normal y corriente. Una petarda retaca y tetona como cualquier hija de vecina, a la que el onanismo colectivo eclipsó como cantante. No es que fuera una gran voz, pero es perfectamente válida como icono kitsch. No deberíamos dejar que pase a la historia como la musa retaca de Onán.

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