martes, junio 27, 2006
Flyers (I)
A veces, un flyer es algo mas que un simple reclamo comercial. Cuando sus creadores se exceden un poco de lo básico y añaden motivos de su propia cosecha, el flyer pasa de ser publicidad y se convierte por momentos en un pequeño objeto de arte urbano.
Esta sería la excepción, el flyer memorable, ya que en una ciudad en la que nos desayunamos con tacitas de diseño en taburetes octogonales nada mas poner el pie en la calle, lo habitual es que el diseño se asimile enseguida como parte del paisaje y pierda su capacidad de llamar la atención. Así, el flyer se entrega en mano por una persona guapa, la encargada de llamar la atención del cliente potencial, y la parte artística se limita poco mas que a poner el logo de la sala, la programación y alguna tipografía llamativa que viene a decir en muy pocas palabras "ven, que esto es un negocio y necesitamos que vengas a dejarte los cuartos". Al fin y al cabo es un reclamo... ¿para que queremos mas?
Pero el verdadero origen del flyer tiene otro porpósito: llamar la atención en si mismo, sin expositores ni personas que los repartan. Un buen flyer debería hacer honor a su nombre y correr de mano en mano, y para cumplir este propósito deberá ser llamativo, divertido, sorprendente, o simplemente tener alguna intención extracomercial. Para ello no es necesario contar con un gran presupuesto ni con una agencia de publicidad ultra-experimentada. Es mas, los flyers mas famosos se han diseñado con cuatro duros y un poco de talento.
Por ejemplo, la campaña del extinto club AsTiN estuvo corriendo de mano en mano durante casi dos años. La gente se guardaba los flyers, se los pasaban a sus colegas o los enseñaban en grupo para echar unas risas.
Al final, el AsTiN cerró y nadie sabe muy bien los motivos, porque la verdad es que estaba lleno cada noche y aunque no lo hubiera estado tenían detrás toda la pasta del Apolo para cubrirse. Como despedida y cierre, crearon este flyer póstumo.
Y ya puestos, me gustaría aprovechar este teclado para pedir algo: invito a lo que sea a quien me proporcione una copia o un scan del flyer de La niña putastin y sus ex-novios... es para mi colección.
Esta sería la excepción, el flyer memorable, ya que en una ciudad en la que nos desayunamos con tacitas de diseño en taburetes octogonales nada mas poner el pie en la calle, lo habitual es que el diseño se asimile enseguida como parte del paisaje y pierda su capacidad de llamar la atención. Así, el flyer se entrega en mano por una persona guapa, la encargada de llamar la atención del cliente potencial, y la parte artística se limita poco mas que a poner el logo de la sala, la programación y alguna tipografía llamativa que viene a decir en muy pocas palabras "ven, que esto es un negocio y necesitamos que vengas a dejarte los cuartos". Al fin y al cabo es un reclamo... ¿para que queremos mas?
Pero el verdadero origen del flyer tiene otro porpósito: llamar la atención en si mismo, sin expositores ni personas que los repartan. Un buen flyer debería hacer honor a su nombre y correr de mano en mano, y para cumplir este propósito deberá ser llamativo, divertido, sorprendente, o simplemente tener alguna intención extracomercial. Para ello no es necesario contar con un gran presupuesto ni con una agencia de publicidad ultra-experimentada. Es mas, los flyers mas famosos se han diseñado con cuatro duros y un poco de talento.
Por ejemplo, la campaña del extinto club AsTiN estuvo corriendo de mano en mano durante casi dos años. La gente se guardaba los flyers, se los pasaban a sus colegas o los enseñaban en grupo para echar unas risas.
Al final, el AsTiN cerró y nadie sabe muy bien los motivos, porque la verdad es que estaba lleno cada noche y aunque no lo hubiera estado tenían detrás toda la pasta del Apolo para cubrirse. Como despedida y cierre, crearon este flyer póstumo.
Y ya puestos, me gustaría aprovechar este teclado para pedir algo: invito a lo que sea a quien me proporcione una copia o un scan del flyer de La niña putastin y sus ex-novios... es para mi colección.
