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lunes, septiembre 27, 2004

Con esos andares...

Cuando eres miope pasas por una época de tu vida en la que no ves un pijo, pero como no lo sabes y vas por la vida sin gafas ni lentillas, te crees que el mundo es así de borroso por naturaleza.



- Quite, quite, que yo veo perfectamente... haga el favor de cobrarme el helado y no se meta en mi vida?

no es nada personal, caballero, pero esto es un urinario público y le está dando usted lametones a mi madre -




nonainonaaaaa... bueno, como decía, cuando eres miope pasas por una época en la que vas cegato perdido y no te enteras de nada. Es la época en la que todos los miopes afirmamos que desarrollas "Otras habilidades", tales como poner ojos de chino -que sigues sin ver una mierda, la verdad, pero además tienes la ventaja de parecer idiota- o de mirar la tele a dos palmos. Todas ellas habilidades muy valiosas para la supervivencia, como todo el mundo sabe.

Así, hasta que un buen dia sospechas que no debe ser normal eso de que un punto borroso te haga aspavientos de lejos y tu no sepas que el punto es tu novia hasta que no está a 10 metros. Hasta ese dia que te vas a graduar la vista y te dicen "chaval, haz el favor de mirar el panel y no la vitrina" y aceptas que eres un puto cegato y que con dos dioptrías no puedes ir por la vida a ojo pelao...

... bueno, pues hasta que llega ese dia convives con tu tara y te vas inventando trucos para reconocer a la gente cuando está lejos.

Unos trucos que no solían funcionar, la verdad, pero que eran entretenidos... por ejemplo, yo empecé a catalogar a la gente por la forma de vestir. A mi amigo el Sandalio -por ejemplo- lo reconocía siempre por las camisetas chillonas y megahorteras que se solía poner, que se veian desde el espacio. Claro que bastaba quedar con el Sanda en la esquina de Diagonal con Lepanto para que pasasen quince tios igual de horteras que él y me viera haciendo el ridículo saludando de lejos a quince tios a los que no conocía de nada... y cuando llegaba de verdad se mosqueaba porque no lo saludaba hasta que no estaba a dos metros... si es que ya no me fio, nen.

Otra forma de reconocer a las personas de lejos, cuando de lejos eran manchas, consistía en observar como caminaban. De esto si que me convertí en un especialista. Hay gente que camina como si llevara una barra de pan metida en el culo, gente que camina con gracejo y gente que es tan aburrida que te aburre hasta verla caminar... es que los ves poner un pie delante del otro y ya bostezas.

También tenía una vecina a la que todo el mundo reconocía por su forma de caminar, pero solo cuando estaba de espaldas. Creo que en realidad mas que verla caminar lo que hacíamos era mirarle el culo, pero weno... hay que decir que tenía un buen culo, eso si, y caminaba muy bien para volver. Para venir no se, pero para volver caminaba que te cagas.

Un buen dia, por circunstancias que no vienen al caso, me disfracé de conejito de Duracell en una campaña de navidad del Hipercor (¡¡era jóven y necesitaba el dinero, no me miren así!!). El trabajo era humillante, ridículo y ni siquiera lo pagaban bien, pero como iba disfrazado y con la cabeza cubierta pensé que nadie tenía porque enterarse de que había hecho el capullo de esa manera; "será mi secreto", me dije... bueno, sería mi secreto, el de la empresa de trabajo temporal y el de las doce cajeras que me habían visto vestirme de conejo en el almacen, pero aparte de esas catorce o quince personas no lo sabría nadie mas.

Al cabo de unos dias de aquel trauma, una amiga me dijo:

- ¡¡te hemos visto vestido de conejo!! ¡¡te hemos visto vestido de conejo!! ¡¡el único conejito de duracell que camina como un rapero-chulitopiscinas!!

Ese dia me enamoré. Que ojo tenía, la tipa. Seguro que era miope.

Comments:
Te voy leyendo a trocitos pero... qué monstruo, dude!
 
Gracias... er... ¿con quien tengo el placer?
 
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