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domingo, septiembre 12, 2004

Esta noche no salgo...

Nunca falla, pronunciar esta frase con una firme convicción siempre provoca el efecto contrario. La ciencia debería estudiar este tipo de relaciones causa-efecto en las que nada sale según lo previsto. Las cosas nunca salen según lo previsto, en ninguna de las dos direcciones.

Efectivamente, también funciona en el sentido contrario. Recreemos la situación: Te has comprado ropa nueva, te pasas 40 minutos restaurándote ante el espejo, has dormido a pierna suelta, mañana no tienes absolutamente nada que hacer y en tu círculo de colegas flota un ambiente de "oweeee, fiextoteeee" bastante prometedor. Está cantado, esa noche va a ser -como mucho- normalita. Con suerte puedes acabar echando las papas y no acordarte de nada al dia siguiente. Esto podría enunciarse mas o menos así:

- El número de probabilidades de pegarte una fiesta memorable es inversamente proporcional a la antelación con la que la hayas preparado.


Este principio de la termodinámica fiestera quedó totalmente confirmado hace unos años, cuando los domingos íbamos a las fiestas de la espuma de l'Atlantida. Se supone que para hacer el jíbaro debajo de un cañón de espuma se necesita llevar ropa de batalla, de secado rápido y un calzado adecuado a la situación, de lo contrario te arriesgas a hacer el viaje de vuelta a Barcelona calado hasta los gayumbos, haciendo un chof-chof muy curioso al caminar y con las pintas de Toni Manero sobreviviendo a un naufrágio.

Obviamente, la noche que ibas así de preparado ni siquiera llegabas a meterte en la espuma. Terminabas en la terraza fumando canutos y debatiendo sobre lo humano y lo divino. Ahora bien, la noche que tu calzado no era el adecuado, o tu ropa podía desteñir, o simplemente ibas demasiado maqueado como para arruinar tu look a base de hectolitros de mistol industrial, esa noche te sentías completamente cafre y te tirabas de cabeza al pilón de la espuma. Era algo inevitable. Recuerdo incluso el caso mas extremo; una noche en la que -por motivos que no recuerdo terminé en l'Atlántida con americana, zapatos muy delicaditos de punta cuadrada y el firme propósito de no acercarme a la espuma a menos de 30 metros... no sólo me metí debajo del cañón con los brazos abiertos, sino que terminé nadando en el mar con todo lo que llevaba puesto (esto de "todo lo que llevaba puesto" se puede interpretar de muchas formas, escoge la que mas te guste). Obviamente, al final tuve que tirar la americana y los zapatos a la basura... pero que me quiten lo bailao, eso si.

Esto nos llevó a formular el postulado de la espuma.


- El número de probabilidades de terminar bajo el cañón de espuma en una fiesta es directamente proporcional al grado de elegancia de tu indumentaria.


Así, a lo largo de los años esta ley y sus derivadas han permanecido inmutables y se siguen cumpliendo contra todo pronóstico: la noche de fin de año es obligatorio divertirse, luego, te aburrirás. La noche que menos te lo esperas te pegas la fiesta de tu vida sin haberlo preparado.

Ayer mismo, volvió a cumplirse de forma escandalosa. Me había hecho el firme propósito de no salir el sábado, que llevo desfasando desde el jueves. Con todo el resacón del viernes por la noche me había propuesto levantarme el domingo a una hora razonable y sacarme de encima todas las cosas que tengo pendientes de hacer. Con la boca pastosa, pronuncié las palabras mágicas:



- uh, que resakote. Que mal cuelpo. Esta noche no salgo.


A los diez minutos, suena el teléfono.


- Nen ¿que haces esta noche?... ¿como que no piensas salir? Hoy inauguran el republika otra vez. Le cambian el nombre por 23432235082ava vez y ahora va a ser un club de hip-hop. Lo llevan unos colegas mios del restaurante y nos han puesto en la lista.

Cuando estás en la lista no se puede decir que no, es una falta de respeto. Niégate a asistir a un evento en el que tienes acceso por lista y lo mas probable es que no vuelvas a entrar por la cara nunca jamás. En cambio, si vas -sobretodo cuando es una inauguración- te aseguras el acceso gratis y por la puerta grande durante una buena temporada.

Total, que a las 11 y media empiezo a maquearme. No demasiado, que mañana tengo cientos de cosas que hacer y tampoco pienso quedarme hasta el final. Lo justo para estar a la altura de las circunstancias. Despues de una larga batalla con el peine y el bote de espuma consigo que mi pelo se vea como debe verse, pijotero que es uno para estas cosas. Mi colega me espera en el café:


- Rápido, rápido, que nos están esperando en la puerta. Vamos en moto, he traido este casco para ti.


Maldita sea mi suerte, llevo tres años yendo de fiesta con este tipo y hasta ahora íbamos en taxi a todas partes. Cuando llevaba el pelo al cero, claro... y ahora que lo llevo largo se ha comprado una moto. Seguro que si me lo vuelvo a rapar se la vende.

Llegamos al repúblika -que no recuerdo como se llama ahora- y aquello está a petar. Hay dos colas, una grande y una pequeña. Normalmente la grande es la de gente que paga en la puerta y la pequeña la de acceso por lista de invitados. Estar en la lista tiene esas dos ventajas: no pagas y no haces cola, además de que tu ego se pega el gustazo de entrar por la puerta VIP. Pero aqui no es así, aqui parece que todo dios está entrando gratis. A juzgar por el tamaño de la cola, la lista de invitados debe tener 500 páginas por lo menos. Porca misseria, ya decía yo que era mucho privilegio.

Da igual, congratulémonos. Hemos entrado y hasta nos están dando copas por la patilla. Esto solo puede pasar una de esas noches en las que no ibas a salir. Todo incita al desfase, a ponerse a gusto, al bailoteo, a repartir amor. Al cabo de un par de horas, cuando ya voy un poco puesto, mi colega me sorprende:

- Oye, yo me voy a ir ya que mañana tengo cosas que hacer... ¿te vienes o te quedas?




Te quiero, tio, te has erigido en la voz de mi conciencia. Estaba en una curva ascendente de desfase y me has recordado mi propósito inicial. Voy a ser un tipo responsable y me voy a ir pronto y en un estado no demasiado lamentable. Empecemos la ronda de despedidas: adio, adio, mua mua, nos vemos nos vemos, ¿como te vas tan pronto?, es que mañana tengo cosas que hacer. De repente, alguien me rompe los esquemas.



- ¿te vas? pensaba que ibas a venirte al Loft con nosotros. Hoy pincha James Holden y estamos en la lista.



No se puede luchar contra el destino, está claro.

Now Playing: massive attack - risingson


Comments:
Jaja, buenísimo. Y tienes toda la razón del mundo. Basta querer irte pronto, o no salir, para que salgan planes a los que no te puedes negar. Y al revés..fiestas hiper preparadas que acaban en desastre (fiestas, vacaciones..en general todo tipo de planes)

PD: Pero a mi me gusta fin de año, que es cuando no tengo nada de remordimientos por comprarme vestidos de noche y zapatos/bolso caros, :d (aunque..¿cuando tngo remordimientos yo por eso?¿jeeje)
 
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